El Dr. Juan Fernando Ovalle es un médico geriatra apasionado por brindar atención integral, digna y profundamente humana a los adultos mayores. Su vocación nació desde una pérdida personal muy significativa: el día que inició su posgrado, falleció su abuelo materno. A partir de ese momento, convirtió su carrera en una forma de honrar su memoria, prometiéndose atender a cada paciente como si fuera su propio abuelo.

Con más de cuatro años de experiencia clínica, el Dr. Ovalle se ha caracterizado por ofrecer un enfoque empático y cálido, centrado en el respeto, la escucha activa y el trato justo. Su consulta está diseñada para parecer más una sala familiar que una clínica tradicional, fomentando un ambiente de confianza donde sus pacientes se sienten libres de expresarse sin juicios, sin comparaciones y con total dignidad.

Su filosofía se basa en tratar a cada paciente como parte de su propia familia, sin distinciones por nivel socioeconómico, género, religión o condición física. Cree firmemente en la equidad y la justicia, y en brindar siempre información clara, especialmente cuando se trata de diagnósticos delicados. En estos casos, trabaja de la mano con las familias y ofrece acompañamiento emocional y psicológico para facilitar procesos difíciles como enfermedades degenerativas, demencias o situaciones terminales.

En su práctica, el Dr. Ovalle realiza evaluaciones geriátricas integrales que incluyen pruebas específicas como el test MoCA, evaluaciones de sarcopenia, fragilidad, movilidad, estado emocional, capacidad funcional y más. Complementa sus diagnósticos con estudios de laboratorio y sigue en constante formación, buscando siempre elevar la calidad del cuidado que brinda.

Entre sus proyectos futuros destaca la creación de una casa hogar que ofrezca atención permanente o transitoria, con un enfoque de hospitalidad cálida y personalizada, donde los adultos mayores se sientan como en casa. También se encuentra en el proceso de importar productos especializados con los más altos estándares para esta etapa de vida.

Para él, su trabajo no es solo una profesión: es una misión. Disfruta escuchar historias, aprender de sus pacientes y darles el espacio que tanto merecen. Su mayor satisfacción no es económica, sino emocional: ver a sus pacientes sentirse acompañados, seguros y valorados. Con cada consulta, sigue cumpliendo la promesa que le hizo a su abuelo: cuidar con el corazón.